miércoles, 17 de junio de 2009

Día 1



Como cada mañana, salió a dar un paseo con un libro cualquiera en la mano. Tras haber hecho el recorrido habitual, tanto por asfalto como por tierra, llegó a un banco en un parque bastante alejado del centro urbano. Era un buen banco, un banco limpio y situado debajo de un arbol que daba unas hermosas flores rosadas en otoño. Se sentó y comenzó a leer a la luz del cálido sol que asomaba de vez en cuando entre las nubes de un día gris.

No sabría decir cuanto tiempo estuvo leyendo, pero acabó notando una presencia a su lado. Miró de reojo y vio a una muchacha no mucho mayor que él, que también estaba leyendo un libro.

—¿Cuánto tiempo llevas ahi?
—Más que tú, eso seguro —Contestó ella sin distraerse de la lectura

Él la miró con escépticismo y se mordió la lengua para evitar discusiones con una loca desconocida.

—Lo dudo bastante... —Murmuró él, finalmente.

A pesar de haber escuchado el comentario, la chica no dijo nada. Siguió saboreando cada página como si su acompañante no estuviera. Así permanecieron bastante tiempo, hasta que el chico se vio obligado a romper un silencio tan incómodo.

—Me llamo Alex —Dijo sin preocupación aparente.
—Yo Marina —Cerró el libro de golpe, lo que provocó un sobresalto en el muchacho— ¿Cómo es que no te había visto antes por aquí?
—Creo que eso debería preguntarlo yo...
—¿Y por qué vienes aquí?
—Bueno, es un sitio tranquilo para leer.
—No, no lo entiendes. Te estoy preguntando si alguna razón existencial o metafísica.

Alex permaneció inmovil mirandola a los ojos y después agachó la cabeza. Desvió su mirada hacia un punto imaginario colocado lejos de allí, muy lejos.

—No lo sé... —Dijo en un suspiro.

[...]

Alex llegó a su casa antes de anochecer. Como de costumbre, se metió en la ducha antes de cenar. Tras haberse aseado debidamente, salió envuelto en una toalla y se miró en un empañado espejo. Apoyó su mano en el cristal y notó como un frío intenso le recorría la piel desde los dedos hasta la nuca. Quitó la mano y, entre las gotas de agua que ahora se deslizaban por el espejo, pudo ver su rostro y sus ojos. Sus profundos ojos.

—¿Cuándo empecé a sentirme asi? —Formuló en voz baja.

11 comentarios:

Siôrs dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Siôrs dijo...

La imagen tiene poco o nada que ver, pero es que me encanta

aapayés dijo...

un gusto pasarme por tu blog..

saludos fraternos
un abrazo

Julia Hernández dijo...

Creo que nunca estamos realmente solos, sólo hay que saber mirar y sentir. Muy interesante, me gusta. Un abrazo.

Iziar dijo...

Sabelo: la musiquita que tenés puesta de fondo no pega mucho con el contenido de tu blog xD No deja de ser un contraste simpático.

(Se supone que lo que cae es un avíón, pero espero que no estuviera cayendo... haber sido testigo ocular y fotográfica de un accidente aéreo y haberme quedado tan pancha me puede comer el sueño :/ xD)

Amaya Martín dijo...

En la mirada comienzan todas las preguntas y se hayan todas las respuestas..
Un relato extraordinario, en la frontera entre lo natural y lo espiritual
un fuerte abrazo

Amaya Martín dijo...

por cierto..la musica es cojonuda..

Lady Nerón dijo...

Sutil, como cada vez. Hace tiempo que te sigo, aunque no me haya presentado debidamente. Un placer enorme conocerte ^^

EL SUEÑO DE GENJI dijo...

Amigo Siors...A veces me siento como el personaje de tu cuento...más asiduamente de lo que me gustaría... Al anochecer me miro y veo al joven que había en mí marchitandose a velocidades de ensueño..Y me pregunto si cada día vale una vida y lo vale.

A veces un momento es suficiente, una risa, la risa de un hijo, una canción...A veces lo insignificante es el universo y el universo es algo insignificante. No preguntarse muchas cosas creo es, el secreto.

Saludos amigo y la canción me lleva gustando mucho desde que la oí. No se me alegra el ánimo y eso vale un tesoro¡¡

Verónica E. Díaz M. dijo...

A mí me parece que este cuento continuará...

Saludos

KaoRi812 dijo...

Me encanta ^^