jueves, 27 de enero de 2011

Del regreso y posterior marcha de alguien que no entiende nada.

No sé si es el tiempo, que han pasado ya momentos complicados, que esos momentos aún están por llegar o, tal vez, la dulce y meláncolica tonada que me ha llegado al oído. Lo que sí es cierto es que hace más de un año que no me paso por aquí.

Seré honesto: perdí la inspiración hace tiempo. Eso suponiendo que en algún momento la tuve. Es algo atrevido afirmarlo. En cualquier caso, siento que ya no tengo nada que decir ni nada que hacer. Es una pena.

Sin embargo, leyendo todo lo que aquí se guarda, no puedo hacer otra cosa que no sea emocionarme. Solo hace dos años de esto y parecen siglos. Y al mismo tiempo parece que fue ayer. Añoro esos tiempos en los que parecía que estaba haciendo algo... Ahora, simplemente, no puedo hacer nada, ni bueno ni malo. Me han arrebatado la capacidad.

Pero no hablemos de mí, hablemos de ustedes. Gente anónima que me ha leído de vez en cuando y que tal vez no lean esta entrada. Puedo asegurar que ustedes me conocen más que muchas personas. Lo que aquí reside es mi alma, que ha podido cambiar, pero en esencia sigue siendo la misma. En fin, que les doy las gracias por prestarme un poquito de atención y por tenerme en cuenta por poco que haya hecho yo por ustedes.

He venido a despedirme. Tengo la sensación de que no volveré a sentir lo que sentí. Siento la necesidad de pasar página... qué se yo. Pero a pesar de ello no puedo dejar de amar cada palabra aquí escrita porque, para bien o para mal, me representa. Me da mucha lástima cerrar esto y por eso no lo voy a hacer. Dejaré que la prosa y la poesía, imperecederas, permanezcan aquí a buen recaudo. Probablemente en el futuro vuelva a leerlo todo, como ya he hecho otras veces.

Sin más, me marcho. Les doy las gracias por existir y por haberme facilitado la existencia. Seguramente nos veamos en alguna otra ocasión.

Adiós.